Es un fragmento de la novela 'Rayuela' (Julio Cortázar, 1963) escrito en inconfundible glíglico cortazariano. A pesar del loable esfuerzo del colega Carlos Luaces y Jimenez- Alfaro por hallarle una etimología, lo cierto es que son palabras inventadas, se interpretan por el contexto y por su melodía. [De cualquier forma, el sustantivo noema y el verbo amalar sí existen, con sus propios significados.]
"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. (Julio Cortázar)"